Claus
se levantó, como siempre, todavía de noche, antes incluso de que el gallo se
desperezase y comenzase su cántico. El cielo seguía lleno de estrellas y la
luna iluminaba la granja. Tomó un café y un poco de queso, se lavoteó y comenzó
su faena. Conocía cada rincón, podría incluso trabajar sin encender ningún
farol. Llenó el cubo de grano, comenzó a esparcirlo moviendo su mano de un lado
a otro; las gallinas salieron del corral a picotear el suelo, seguidas del
gallo, y al final de la comitiva, aparecieron los patos haciendo ruido y caminando
todos al mismo compás. De camino al establo sintió unos picotazos en la
pernera del pantalón. Sonrió mientras se agachaba a darle un par de granos
extra; aquel pato le daba siempre los buenos días, a cambio, recibía un par de
granos de maíz y unas cuantas caricias sobre su cabeza, incluso a veces
mantenía con él alguna conversación. Preparó heno para los caballos y los
cepilló. Al salir, se enganchó con un tablón de la puerta, rasgando los
pantalones del mono. Maldijo al tablón mientras iba en busca del martillo y de
los últimos clavos que le quedaban. Se desahogó golpeándolo. Ahora tendría que
cambiar sus planes de la mañana, tendría que ir al pueblo a por clavos y otro
mono de trabajo. Tomó su barca amarrada en la orilla del canal y remó media
hora hasta llegar a Guiethoorn. Odiaba ir al pueblo. Podía pasar días sin ver
ni hablar con nadie, la compañía y la conversación, le recordaban que Hanna ya no estaba con él. En su granja fantaseaba con que ella seguía trabajando a su lado. Remando canal arriba,
comenzó a llover.
—Tendremos
que comprarte unas botas. —Hanna no hablaba, sólo sonreía, y Claus dio un giro
a la conversación—. Parece que esta primavera no quiere llegar, si no cambia el
tiempo pronto, tendremos que pensar en cosechar lo que haya, o lo perderemos
todo.
Amarró
la barca. Johann se acercó a ayudarle, Hanna se volatilizó y Claus sintió de inmediato su pérdida. Notó como
subía a su garganta la acidez del estómago. Se acercó a la ferretería con su
amigo y tomaron después una cerveza en el bar. Mantuvo la compostura y la
educación participando en la conversación de los vecinos. Cuando regresó con
las compras, Hanna ya le estaba esperando en la barca. Soltó la amarra y partió
hacia la granja. El sol luchaba haciéndose camino entre las nubes. Una lágrima
rodó por el moflete de Claus. Deseó no tener que regresar al pueblo en mucho
tiempo.
Una
vez en la granja, se sintió a salvo. En su hogar, Hanna incluso le hablaba y
canturreaba mientras ayudaba con las tareas.
—¡Oh
Hanna, te he echado de menos!
—He
estado junto a ti todo el rato.
—Lo
sé, pero el ruido y la gente te desdibujan y me cuesta adivinarte entre ellos. ¿No
podrías hacer algo para que pueda ir contigo lo antes posible?
—Ya
estas conmigo, Claus. Además, ¿Quién cuidaría entonces de los animales?
—¿Los
animales? y, ¿quién cuida de mi?
—Claus,
anímate o tendrás uno de esos días… —Hanna se acercó y lo besó en la mejilla.
Claus acarició con ternura su rostro.
Podía sentir su piel sedosa, tal
y como la recordaba.
—Hanna
—¿Qué?
—Nada.
—Sonrió con nostalgia—. Volvamos al trabajo.
Ayyyy qué bonito Betty¡¡¡¡¡ cuando leo tus cuentos literalmente me transporto...sigue así...Bssss Ce
ResponderEliminarGracias máquina. Sigue transportándote con mis lecturas. Besitos.
EliminarUnas historia preciosa que no ha hecho más que empezar... o no. Demasiada vida, demasiados sentimientos y situaciones, demasiada historia para tan pocas palabras. Sigue tirando de esta historia hacia delante o hacia atrás.... Besos
ResponderEliminarTal vez sería interesante que me dijerais cómo intuis que continuan las historias, o, cómo fue el pasado de los personajes. Tal vez algún día haga un experimento. No sé... ya veremos.
EliminarBesos.
Hermosas palabras. Lástima que se acabe tan rápido. Yo también opino que debes continuar, o por lo pronto,hacerlos un poquito mas largos. besos. Obregón
ResponderEliminarSí, es cierto. Pese a que mi página estará en blanco un tiempo. Necesito ver y vivir estas historias en letras rojas, lo hecho de menos como si se me estuviera escapando un ser querido. Espero volver con mis pequeñas historias pronto, haciéndolas un poco más largas. Besos.
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