martes, 10 de diciembre de 2013

Del peligro de algunos sueños



Se durmió soñando que él también podía volar. Todavía se relamía el sabor que las plumas dejaron en su boca. ¡Tenía tantos planes! Cacerías, juegos, noches de cortejo hasta quedar afónico y con el lomo dolorido de restregarlo por las esquinas. El tiempo era escaso, aun con sus siete vidas intactas, no podía permitirse el lujo de desperdiciarlo trepando a los árboles o saltando por los antiguos tejados. Se desperezó, como lo hace un gato con alas, y se lanzó al infinito. Se despertó en el suelo, con los huesos quebrados y una vida menos.

10 comentarios:

  1. Una buena forma de comenzar el día, Espero que a mí aún me queden siete vidas porque tengo ganas de hacer muchas cosas aunque no me olvido tampoco de soñar.

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    1. A ti y a mi nos tendrían que dar pastillas para no soñar, como canta Sabina. Y creo que ni con esas. Espero que el resto del día siga siendo bueno.

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  2. La de batacazos similares que nos pegamos a veces... Me gusta. MJM

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  3. Jajajaja. Mi primera impresión? Que estaba bastante fumado!!!
    Ahora me lo volveré a leer y sacaré moraleja

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    1. Y tú, ¿que haces a esas horas leyendo? ¿No estarías por casualidad maullando por ahí fuera? jeje

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  4. ¡Que los dioses nos regalen una vida por cada batacazo que nos damos! Obregón

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    1. Pues no estaría mal, y, unos buenos huesos. De la chicha que los rodea nos ocupamos nosotros, para amortiguar el golpe, digo.

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