Siempre que al despertarme dejo un sueño a medias, tengo por costumbre quedarme en la cama, con los ojos cerrados, hasta que consigo el final que deseo. Lo hago desde que era pequeña y, si lo que me despierta es una pesadilla, no paro hasta conseguir darle la vuelta a la historia.
Hoy tengo que encontrar un final feliz para una horrible pesadilla. Hemos perdido una gran amiga. Se la han llevado a la fuerza y para colmo, los medios la han convertido en un número. Una víctima más de la violencia de género. Dicho así, parece como si una mala gripe se la hubiera llevado. Como si no fuera culpa de nadie o como si todos los hombres del mundo fueran culpables.
Tú no eres ni serás nunca un número. Jamás. Tú eres y serás siempre Mª José y eso no nos lo quitará nadie.
Hoy tengo que encontrar un final feliz para una horrible pesadilla. Hemos perdido una gran amiga. Se la han llevado a la fuerza y para colmo, los medios la han convertido en un número. Una víctima más de la violencia de género. Dicho así, parece como si una mala gripe se la hubiera llevado. Como si no fuera culpa de nadie o como si todos los hombres del mundo fueran culpables.
Tú no eres ni serás nunca un número. Jamás. Tú eres y serás siempre Mª José y eso no nos lo quitará nadie.
Nunca me costará tanto escribir como hoy. Al menos eso espero. Como tantas veces voy a abrir esa puerta imaginaria que me transporta a un mundo donde todo es bello. La historia de hoy
se teñirá del color de tus ojos, y no la voy a escribir sola; mis dedos pulsarán
las teclas y mi loca cabeza guiará esta aventura, pero esta historia la vamos a
vivir con el corazón, todos nosotros, tus amigos. Juntos. Contigo.
Abro la puerta de mi mundo imaginario. Hoy
la puerta está algo oxidada y me cuesta entrar. Dejo que pasen todos y cierro
la puerta tras de mi. Está oscuro y hace frío. Nos miramos sin ver, sin saber
que decir. Esperamos un rato, parece que la vista se va acostumbrando a la
penumbra y de la oscuridad parecen brotar dos pequeños puntos de luz que, poco a
poco, iluminan todo hasta pintar en la oscuridad un cielo azul, casi perfecto. El sol calienta
primaveral y el campo está repleto de flores. Tú, Mª José, te acercas con tu sonrisa
de ojos tristes que reflejan un cielo despejado de nubes. Sonríes. Tu boca
intenta escapar de tu cara, necesita más espacio. Tu sonrisa se rebela inquieta, incluso en los malos momento tiende a dejarse ver. Las chicas conversamos
tumbadas en la pradera, junto a un río de aguas cristalinas. Charlamos de
nuestras cosas, nuestros niños, nuestros problemas. De nuestra vida. Los chicos se escabullen en busca de unas cervezas.
Los niños
están jugando. Tu «pieza» es el más osado. Intenta
cruzar el río, se ha metido en él y el agua le llega hasta las rodillas. Le coges del brazo y lo sientas en una piedra. Él asume el castigo mientras
sonríe de medio lado. Unos metros más allá, las niñas forman un corro. Tu princesa baila, las otras niñas miran embelesadas e intentan imitarla, mientras
la peque, la de los rizos dorados, da sus primeros pasos alrededor nuestro.
Disfrutamos
de un atardecer precioso y regresamos a la casa rural en la que estamos alojados. Preparamos unas ensaladas y las brasas para la barbacoa. Los niños mal cenan para corretear
por la casa todos juntos. Los chiquitines intentan escapar del arnés que los
mantiene en sus sillas y nosotros, nosotros charlamos junto al fuego, mientras
cenamos y tomamos unas copas. Un ratito después alguno se arranca con unas
Jotas y el resto le hacemos los
coros. Ya no hay quien nos pare. Va a ser una noche maravillosa. Perfecta. El
cielo está lleno de estrellas. Refresca y el aire huele a limpio. Yo me pierdo
entre las serpenteantes llamas, guardando la imagen de este momento en mi
cabeza. Miro a los niños que han salido al jardín alborotándolo todo. Son
buenos amigos, de los que están donde hay que estar, cuando hay que estar. Pese
a tener las hormonas revolucionadas, son hombres, de los de verdad, caballeros
de tomo y lomo. Alguien decide que es hora de irse a dormir y la casa lentamente va quedando en penumbra. Las risas rompen el silencio y algún padre, desde otro cuarto, manda callar a los niños.
Amanece
un nuevo día, es hora de recoger y regresar a casa, felices, agotados y con la satisfacción de haberlo pasado bien, de ser afortunados. Nos Whatsappeamos desde casa intentando alagar el
fin de semana un poco más. Intentando robarle unos minutos al domingo y agradeciendo la amistad mutua.
Habrá
otros viajes, otras comidas y otras cenas. Siempre estarás con nosotros.
Charlaremos de nuestras vidas, de la tuya y las nuestras, de nuestros niños.
Habrá más risas, más besos y más «os quiero»
Tus amigos. Siempre contigo. Con tu sonrisa azul
e inquieta.
Me ha encantado. Si se refiere a una persona real, es un gran homenaje.
ResponderEliminarGracias, Héctor. La persona es real, lo ha sido y lo será. El hecho desgraciadamente también. Que ella permanecerá con nosotros en nuestros viajes y encuentros, te lo garantizo.
EliminarNo es fácil escribir con tanto amor en un momento de sentimientos encontrados como éste. Estoy seguro de que a María José le ha encantado y de que su sonrisa azul siempre estará con nosotros.
ResponderEliminarNo es facil pero la vida es bella. Sólo algunos se empeñan en oscurecerla. Ya sabes: no hay mayor desprecio que no hacer aprecio. Ella sigue brillando incluso con los ojos cerrados.
EliminarBetty, en un momento así has hecho lo más bonito que podías hacer por ella y por sus hijos, escribirle un final feliz en medio de tanto sensacionalismo. Muchos besos, abrazos, mimos, apoyo, positivismo y fuerza. Y unas cañas o unas compras siempre que lo necesites ;-P ux
ResponderEliminarMuchos besos.
EliminarCuanta belleza y cuanto amor a una amiga demuestras en esta carta.! Yo la he leído con los ojos llenos de lágrimas, pero estoy segura que Mª José la habrá leído riéndose.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo
Espero que se ría de nuestras torpezas. Ahora que ella está allí arriba y lo sabe todo.
EliminarQuería decir muchas cosas pero no quiero estropear tu dulce historia.
ResponderEliminarPrefiero un minuto de silencio.
Gracias, Mª Ángeles.
EliminarBesos.
Siempre nos quedará París...
ResponderEliminarbesos
MJO
Pues sí. Paris, Burgos...que más da. El caso es seguir juntándonos.
EliminarBesos.
Precioso homenaje! !!!!!! Ella lo hará todo para mi. Se convirtió en mi presente y futuro e intento tan sólo matenerla muy presente,por que el futuro nos lo arrancaron.
ResponderEliminarGracias por el sentimiento expresado.
Enrique N.
No tienes que dármelas. Ella era mi amiga. No sabes lo que siento que cuando comenzaraba a ser feliz de nuevo, gracias a ti, aquel por el que se lo jugó todo, la traicionase.
EliminarUn fuerte abrazo.